El autor de La alternativa neopopulista, Roberto Follari considera que los actuales regímenes populistas son más inclusivos que las democracias liberales, que serían “la fachada gestional de las políticas del capital”.
Por Javier Lorca
“La democracia neopopulista es incluyente de la plebe, de los de abajo”, mientras que, en tiempos de globalización, la democracia liberal tiende a conformar “la fachada gestional de las políticas del gran capital internacional”, sostiene Roberto Follari, pensando en el presente latinoamericano. Doctor en Filosofía y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, Follari desarrolla estas ideas en su libro La alternativa neopopulista (Homo Sapiens), sobre el que dialogó con Página/12.
–¿Por qué habla de neopopulismos en América latina? ¿Qué diferencia a los actuales regímenes de los populismos previos?
–Los diferencia la situación del capitalismo a nivel internacional: hoy no estamos ante la posibilidad fuerte de constitución de burguesías nacionales en Latinoamérica ni ante una clase obrera tan organizada como la que el primer peronismo cohesionó en Argentina. El neoliberalismo dejó enormes espacios sociales de desocupación y marginalidad, que el neopopulismo recupera como base social propia. También dejó crisis institucionales cuasi terminales del sistema político –la guerra del agua en Bolivia, la caída de Mahuad tras la toma de Quito en Ecuador, el Caracazo en Venezuela, el 2001 en Argentina–, y de ahí se salió gracias al peso del poder político que ejerce el neopopulismo. Estas diferencias redundaron, también, en una mayor radicalización de los neopopulismos actuales hacia la izquierda, respecto de sus predecesores. Por ejemplo, en políticas como la defensa de los derechos humanos, o la asunción del capitalismo hegemónico como el único gran adversario a enfrentar, en vez de la añeja “tercera posición” también antisoviética.
–¿Por qué considera que estas experiencias “neopopulistas” son más democráticas que las democracias parlamentarias o las democracias liberales?
–La democracia neopopulista es incluyente de “la plebe”, de los de abajo, de los marginados del sistema institucional liberal, un sistema que para considerar a alguien como “ciudadano” necesita asignarle competencias de escritura y formalidades ilustradas que los sectores pauperizados de Latinoamérica no tienen. La llamada democracia liberal tiene poco de democrática en tiempos de globalización. Es simplemente la fachada gestional de las políticas del gran capital internacional. Al no concentrar poder político y sostenerse en un pluralismo chirle y formalista, simplemente se somete a los poderes dominantes y convierte a la política en esclava de los poderes fácticos. Entonces no extraña que, en gran parte, los republicanos sean –como se ve claramente en Argentina, Ecuador o Venezuela– los mismos que apoyaron golpes de Estado en nombre del orden, los que mantienen las mismas políticas económicas privatistas que aplicaron esas dictaduras y los que hacen una política exterior antirregional, genuflexa y dependiente del poder imperial, sobre todo del estadounidense.
–Si una de las características de los populismos en general es la interpelación o relación directa del líder con el pueblo, ¿cómo incide esto en sociedades de masas, profundamente atravesadas por los medios de comunicación? ¿Tiene esta característica algo que ver con las tensiones entre gobiernos y grupos mediáticos?
–El mundo mediático, principalmente el televisivo, convierte un acontecimiento en agenda absoluta; es decir, al salir en todas las emisoras a la vez, hay hechos que alcanzan una magnitud de presencia pública impensable en tiempos anteriores. De cualquier modo, el líder populista no se hace en la TV, basta ver el caso de Néstor Kirchner, muy renuente a la televisión. El cara a cara del líder con el pueblo es en la calle, en la plaza, es físico y está ganado por la presencia de lo simbólico y lo carismático, contra los estilos de la política liberal, que carece de contenidos motivacionales y emocionales importantes. Por supuesto que la presencia de los pobres, los desclasados, los desheredados, los “cabecita negra” en la calle, molesta a las conciencias ilustradas y a las clases altas y parte de las clases medias. Por eso su reacción, acicateada desde los intereses que son tocados por la política neopopulista, porque ésta no se limita a administrar, produce poder y logra redistribución social de bienes y servicios, a la vez que mejoras democráticas impensables para muchos republicanos, como la ley de medios en Argentina o los derechos establecidos en las Constituyentes de Ecuador o Bolivia.
–¿Cuáles son las particularidades, desde su perspectiva, del caso argentino?
–Siempre digo que los argentinos que dicen estar con Chávez y Evo pero contra los Kirchner lo dicen porque no toleran las impurezas de cualquier realidad política. Conozco bien Ecuador y también Venezuela y estoy seguro de que si vivieran allá estas personas serían kirchneristas y antichavistas. Porque más allá de las diferencias retóricas –“socialismo del siglo XXI”, de lo cual no se habla acá–, el parecido de los modelos es enorme. Incluso en las falencias y limitaciones que tienen estos procesos. No en vano los presidentes han sido muy cercanos entre sí, y nadie puede creer que estas afinidades se basan en desinformación. De cualquier modo, si en algún momento parecía claro que Correa o Chávez tenían mucha más radicalidad que los Kirchner, hoy eso es muy discutible –la ley de medios argentina es mucho más pluralista y descentralizadora del poder mediático que la propuesta ecuatoriana–. Eso sí, Argentina no ha querido o no ha podido establecer una Constituyente, tiene una política exterior menos frontal en sus diferencias con Estados Unidos, y en el armazón de su fuerza propia tiene el problema de que el peronismo resulta central y, ciertamente, no todo el peronismo es kirchnerista.
–Teniendo en cuenta la centralidad del líder para los regímenes populistas, ¿cómo puede influir en la configuración de identidades y en el escenario político el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner?
–Con la muerte de Néstor Kirchner ha nacido la posibilidad de un mito. Habrá que ver en cuánto es capaz de resimbolizarse su figura hacia futuras contiendas populares. Esto hace indiscutible la figura de Cristina como la continuadora del modelo, pues ya eran una dupla en cuanto al proyecto abrazado por los dos, y nadie fue más cercano a Néstor que ella. Hay que ver cómo establece Cristina la conducción política –allí son necesarios adláteres bajo su mandato–, porque hasta ahora ella era la estadista y él el armador político. Ahora ambas cosas recaen en la Presidenta y se verá cómo las asume. Los primeros pasos han sido muy auspiciosos.
–¿Cómo analiza la particular relación entre estos “neopopulismos” y el campo intelectual?
–La mayoría de los intelectuales son platónicos. Prefieren la coherencia interna en la comodidad subjetiva de su propia ideología, que las contradicciones y dificultades de abrazar realidades políticas, con sus espinas y sus asperezas e imperfecciones. Por tanto, para muchos intelectuales la mejor política es aquella de la que se habla, pero nunca se hace. Y se habla sin saber, porque la política jamás es una extensión directa ni de las propias intenciones ni de las nociones teóricas. Por eso, y por ser “ilustrados”, muchos intelectuales detestan al populismo, como extensión de su habitus de clase –alta o media–, para la cual los de abajo encarnan la grosería, la vulgaridad, la renuncia al pensamiento y a los libros, así como a la elegancia de los esquemas puros. Por suerte, siempre han existido excepciones, y desde los Jauretche o los William Cooke en Argentina a los Lander o Lanz en Venezuela, hay quienes se sustraen a estos modelos de abdicación frente a la realidad. Y hoy Carta Abierta es un ejemplo valioso en la Argentina de cómo poner el pensamiento al servicio de las políticas populares.
–¿No cree que la polarización política está debilitando el pensamiento crítico?
–De ninguna manera. El espíritu se templa en el conflicto, los tiempos de vaguedad política o de facilidad en oponerse a todo no son de crecimiento, sino de un forzado consenso. Ahora se pone a prueba quién es el que se juega en la calle, quién se banca el paseo por el desierto que fue durante años ser kirchnerista, quién prefiere una ruptura con el que piensa diferente a una connivencia para ganar el viaje a un congreso académico. El espíritu crítico debe mostrarse capaz de jugarse por la positiva cuando corresponde, no debiera avergonzarse de ser oficialista ante las modas oposicionistas y antipolíticas dominantes en el mundo académico. Por supuesto que ese oficialismo deberá ser filoso en la crítica a la derecha, pero también hacia los errores del propio bando. Pero éstos no deberán ventilarse en Clarín o en La Nación, ciertamente, que ya bastante corren el bastón en su propio favor.
–¿Hay una relación necesaria entre el surgimiento de estos “neopopulismos”, cada uno con sus especificidades, y el hecho de que se haya profundizado la integración regional? ¿O se trata sólo de una coincidencia política coyuntural?
–Por cierto que hay relación, esta integración no es casual. Es cierto que el caso de Brasil es ambiguo, pues tiene pocas características populistas y tiene más bien rasgos liberales. Pero como potencia geopolítica regional, para Brasil su liderazgo es importante, y para eso requiere de procesos de integración. También son decisivos para Venezuela desde su perspectiva bolivariana, y para Argentina, en su intención de formar un bloque autónomo frente a las grandes potencias. El gran resultado de todo esto es la vigencia de la Unasur, cuyo valor para enfrentar intentos de golpes de Estado derechistas en la región se ha demostrado extraordinario.
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martes, 30 de noviembre de 2010
viernes, 5 de noviembre de 2010
Con el Corazón Abierto
Les comparto el testimonio de León Gieco
Nunca una noticia argentina estuvo tan presente en los medios de comunicación universales como la muerte del ex presidente Néstor Kirchner. Esta vez me tocó escuchar la triste nueva en Italia, en el televisor del hotel, en el hall, en los cuatro bares que cruzo para llegar a la sala de cine. Los argentinos radicados allí llegaron para comentarlo, abrazarnos y llorar juntos.
Personalmente, tengo puntuales encuentros con Néstor.
En julio de 2003, apenas ganadas las elecciones, me llamó y me dijo: “Usen la Casa de Gobierno para hacer sus recitales...”. O cuando con Víctor y Serrat cantamos en la ESMA para empezar a exorcizarla, o cuando hizo bajar los cuadros de los genocidas y me llamó para cantar “La memoria” en La Perla, el campo de concentración de Córdoba.
... y no se fue al café literario cuando ganó Cristina.
Su pasión no lo dejó descansar. Y se prendió fuego como los grandes de la historia.
Allá abajo, chiquitos, quedan los reductos del odio.
Aunque todavía no están saldadas tantas deudas históricas, tenemos esperanza.
Respaldados y acompañados por una Latinoamérica saliendo de las sombras, apoyados por una fuerza sorprendente que fue germinando en las nuevas generaciones.
Creo que es la primera vez que tocamos esa esperanza con las manos junto a su amada, nuestra Presidenta.
Y aunque nos falte el primer escalón, ya podemos saltar al segundo, acompañando, estando atentos y alertas y con el corazón abierto
Nunca una noticia argentina estuvo tan presente en los medios de comunicación universales como la muerte del ex presidente Néstor Kirchner. Esta vez me tocó escuchar la triste nueva en Italia, en el televisor del hotel, en el hall, en los cuatro bares que cruzo para llegar a la sala de cine. Los argentinos radicados allí llegaron para comentarlo, abrazarnos y llorar juntos.
Personalmente, tengo puntuales encuentros con Néstor.
En julio de 2003, apenas ganadas las elecciones, me llamó y me dijo: “Usen la Casa de Gobierno para hacer sus recitales...”. O cuando con Víctor y Serrat cantamos en la ESMA para empezar a exorcizarla, o cuando hizo bajar los cuadros de los genocidas y me llamó para cantar “La memoria” en La Perla, el campo de concentración de Córdoba.
... y no se fue al café literario cuando ganó Cristina.
Su pasión no lo dejó descansar. Y se prendió fuego como los grandes de la historia.
Allá abajo, chiquitos, quedan los reductos del odio.
Aunque todavía no están saldadas tantas deudas históricas, tenemos esperanza.
Respaldados y acompañados por una Latinoamérica saliendo de las sombras, apoyados por una fuerza sorprendente que fue germinando en las nuevas generaciones.
Creo que es la primera vez que tocamos esa esperanza con las manos junto a su amada, nuestra Presidenta.
Y aunque nos falte el primer escalón, ya podemos saltar al segundo, acompañando, estando atentos y alertas y con el corazón abierto
viernes, 15 de octubre de 2010
Sobre los 33 mineros
ECLESALIA, 15/10/10.- “Vamos a rasguñar esta piedra todos los días para llegar a ustedes en muy poco tiempo", dijo el ministro de minería chileno a los siniestrados al comienzo del rescate. Tras 69 días y con el concurso de alta tecnología y todo un pueblo oficiando de matrona, la tierra parió uno a uno a todos los mineros. Ahora la muerte aguarda en otros frentes, agazapada en otras simas. Ahora con lo que queda de esas uñas, con las manos que aún no manchamos el resto del mundo, podemos “rasguñar” la dura piedra, la terca roca en otros desiertos, en otros rescates que nos competen a todos/as. A pie de esos abismos podemos apurarnos todas las gentes y naciones. Vamos a llegar también hasta ellos y ellas, hasta los últimos, los olvidados de la tierra.
Las montañas que ha movido Chile, la humanidad también las puede trasladar. No conviene olvidar su lección, el ejemplo de toda una nación unida para rescatar a los 33 trabajadores de las entrañas de la muerte. Chile ha conmovido al mundo en lo más profundo, ahora es preciso que el mundo afronte también sus urgentes retos globales y se conmueva a sí mismo, se estremezca de alivio, alegría y orgullo.
Más de mil millones de personas han seguido por televisión el histórico rescate. Más de mil millones de seres han apostado por la vida y enfocado su pensamiento para la resolución victoriosa de la operación. Ahora toca mover las máquinas, las mentes y los recursos a otros abismos, ahora prima generosidad para rescatar otros millones de urgidos. Chile nos ha enseñado que no hay imposibles capaces de doblegar una fuerte determinación colectiva a favor de la vida. Muy lejos de las cámaras y los objetivos, millones de humanos aguardan en lo profundo de sus propios abismos.
Otra gesta ejemplar, ésta ya de alcance planetario, nos desafía. ¿Y si movemos las perforadoras y si nos unimos no sólo una nación, sino toda la humanidad entera para también culminar con éxito el rescate de quienes aguardan sumidos en su angosto y olvidado agujero? Bien invertidos están los 15 millones de dólares para rescatar a los 33 mineros chilenos, pero tampoco deberíamos escatimar en invertir para devolver la vida a quienes tiritan en otras negras honduras. Fabriquemos, enviemos a esos avernos todas las cápsulas que devuelven al sol la vida.
925 millones de personas están atrapadas en la sima del hambre y la pobreza extrema, sin embargo no es necesario cavar tanto para salvarlas. El último informe de la FAO cifra en esa cantidad de seres humanos el objetivo de un rescate imprescindible. Según esta misma agencia de la ONU y según ese mismo informe de septiembre pasado, cada seis segundos muere un niño de malnutrición.
Podemos levantar otros campamentos a la esperanza en mitad de otros desiertos para asistir a otras porciones de humanidad. No tienen gafas negras, ni detrás el apoyo determinante de todo un pueblo y su gobierno, pero sí los mismos ojos, el mismo corazón, el mismo alma.
Hay treinta y tres cruces que no fueron, apunta el escritor chileno Hernán Rivera Letelier, hay muchas más tumbas que con coraje solidario y acción eficaz y coordinada a nivel planetario se pueden también evitar. Al igual que los chilenos, la humanidad aguarda manifestar la potencialidad profunda de su espíritu aunado. “Aquí no se trabajó buscando oro o petróleo o diamantes. Lo que se buscaba era vida. Y brotó vida, 33 chorros inmensos”, afirma el susodicho escritor que también fue minero en el mismo desierto de Atacama. Rivera menciona el monumento de vida que se ha alzado en mitad de ese páramo: “El rescate es una prueba de que cuando los hombres se unen a favor de la vida, cuando ofrecen conocimiento y esfuerzo al servicio de la vida, la vida responde con más vida”.
Queda unirnos en torno al resto de las vidas que zozobran, queda levantar monumentos a la vida sobre el subterráneo del abandono, el desamparo, el analfabetismo, el sufrimiento... Juntos/as podemos empujar las más poderosas perforadoras para arrancar millones de vidas a un destino incierto. Juntos podemos seguir burlando la desesperación y la muerte, vencer para siempre el hambre y el resto de lacras globales.
“Tenemos ricas empanadas esperándolos, asados y chanchitos..., mantengan la fe y el esfuerzo", decía también el mismo ministro Golborne a los mineros abismados, cuando aún no les habían pasado víveres. Ahora sí, florecidas las sonrisas sobre el desierto más árido, propinados y televisados por todo el planeta esos abrazos eternos, tapado el agujero de la mina de San José, ahora sí, “chanchitos” para todos, en toda la faz de la tierra, “asados y ricas empanadas” descendiendo a todas las profundidades, colmando todos los estómagos olvidados…
Las montañas que ha movido Chile, la humanidad también las puede trasladar. No conviene olvidar su lección, el ejemplo de toda una nación unida para rescatar a los 33 trabajadores de las entrañas de la muerte. Chile ha conmovido al mundo en lo más profundo, ahora es preciso que el mundo afronte también sus urgentes retos globales y se conmueva a sí mismo, se estremezca de alivio, alegría y orgullo.
Más de mil millones de personas han seguido por televisión el histórico rescate. Más de mil millones de seres han apostado por la vida y enfocado su pensamiento para la resolución victoriosa de la operación. Ahora toca mover las máquinas, las mentes y los recursos a otros abismos, ahora prima generosidad para rescatar otros millones de urgidos. Chile nos ha enseñado que no hay imposibles capaces de doblegar una fuerte determinación colectiva a favor de la vida. Muy lejos de las cámaras y los objetivos, millones de humanos aguardan en lo profundo de sus propios abismos.
Otra gesta ejemplar, ésta ya de alcance planetario, nos desafía. ¿Y si movemos las perforadoras y si nos unimos no sólo una nación, sino toda la humanidad entera para también culminar con éxito el rescate de quienes aguardan sumidos en su angosto y olvidado agujero? Bien invertidos están los 15 millones de dólares para rescatar a los 33 mineros chilenos, pero tampoco deberíamos escatimar en invertir para devolver la vida a quienes tiritan en otras negras honduras. Fabriquemos, enviemos a esos avernos todas las cápsulas que devuelven al sol la vida.
925 millones de personas están atrapadas en la sima del hambre y la pobreza extrema, sin embargo no es necesario cavar tanto para salvarlas. El último informe de la FAO cifra en esa cantidad de seres humanos el objetivo de un rescate imprescindible. Según esta misma agencia de la ONU y según ese mismo informe de septiembre pasado, cada seis segundos muere un niño de malnutrición.
Podemos levantar otros campamentos a la esperanza en mitad de otros desiertos para asistir a otras porciones de humanidad. No tienen gafas negras, ni detrás el apoyo determinante de todo un pueblo y su gobierno, pero sí los mismos ojos, el mismo corazón, el mismo alma.
Hay treinta y tres cruces que no fueron, apunta el escritor chileno Hernán Rivera Letelier, hay muchas más tumbas que con coraje solidario y acción eficaz y coordinada a nivel planetario se pueden también evitar. Al igual que los chilenos, la humanidad aguarda manifestar la potencialidad profunda de su espíritu aunado. “Aquí no se trabajó buscando oro o petróleo o diamantes. Lo que se buscaba era vida. Y brotó vida, 33 chorros inmensos”, afirma el susodicho escritor que también fue minero en el mismo desierto de Atacama. Rivera menciona el monumento de vida que se ha alzado en mitad de ese páramo: “El rescate es una prueba de que cuando los hombres se unen a favor de la vida, cuando ofrecen conocimiento y esfuerzo al servicio de la vida, la vida responde con más vida”.
Queda unirnos en torno al resto de las vidas que zozobran, queda levantar monumentos a la vida sobre el subterráneo del abandono, el desamparo, el analfabetismo, el sufrimiento... Juntos/as podemos empujar las más poderosas perforadoras para arrancar millones de vidas a un destino incierto. Juntos podemos seguir burlando la desesperación y la muerte, vencer para siempre el hambre y el resto de lacras globales.
“Tenemos ricas empanadas esperándolos, asados y chanchitos..., mantengan la fe y el esfuerzo", decía también el mismo ministro Golborne a los mineros abismados, cuando aún no les habían pasado víveres. Ahora sí, florecidas las sonrisas sobre el desierto más árido, propinados y televisados por todo el planeta esos abrazos eternos, tapado el agujero de la mina de San José, ahora sí, “chanchitos” para todos, en toda la faz de la tierra, “asados y ricas empanadas” descendiendo a todas las profundidades, colmando todos los estómagos olvidados…
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